El txakoli es un vino noble y por eso lo bebo en copa.
DEIA. Sandra Atutxa – Domingo, 20 de Febrero de 2011
Era un niño cuando empezó a despertar en él el interés por un vino que se hacía llamar txakoli. Fue su padre el culpable de que su vida haya girado, por diferentes circunstancias, alrededor de este caldo. Eran los años cuarenta y siendo un adolescente, José Luis Lejonagoitia, recuerda las intensas tertulias en familia saboreando este vino que le tiene cautivado.
Los años han pasado y el txakoli ha evolucionado hasta alcanzar un prestigio, no solo en Euskadi, sino fuera de nuestras fronteras. “Me encanta ver el nivel que ha conseguido. Pero no ha llegado de la nada. Detrás hay mucho trabajo”, apunta el experto de txakoli.
Al final, todo esfuerzo tiene su recompensa. Sin duda.
¿Cuál es la recompensa de los productores de txakoli?
Lograr un vino de calidad del que nos sentimos orgullosos.
¿Un vino vasco?
No se puede ni plantear esta duda. Por supuesto. (Con rotundidad).
¿Aunque haya quien se aferre a la historia para utilizar el nombre?
Una cosa es el nombre y otra el vino que hoy se llama txakoli y ha alcanzado los niveles que ha alcanzado. El término txakoli -independientemente de cómo se escriba- ha viajado por los siglos por diferentes países… Pero el libro de aventuras y de desventuras de este término, asociados a vinos que se elaboran en casa para consumo propio, se cerró en el siglo XV. A partir de ahí la historia estaba sin escribir.
Y la han escrito los vascos. Por supuesto. Hace quince años cuando los productores vascos decidieron lanzarse a la aventura de poner en valor su producto y comercializarlo, entonces, ni burgaleses ni cántabros dijeron nada.
¿Pero ahora sí aseguran tener derechos?
No se puede hacer bandera de un tema sentimental.
¿Txakoli, solo uno?
El txakoli es un determinado vino, con unas características concretas que se elabora dentro en el País Vasco, dentro de tres Denominaciones de Origen.
¿Siente pasión por este vino?
Muchísimo. Me fascina.
¿Para José Luis qué supone tomarse un txakoli?
Para mí es una fiesta, relajo, descanso…
Una fiesta con sabor afrutado. Exquisito placer afrutado.
¿Se puede beber en vaso?
Por poder, se puede; pero yo nunca. El txakoli es un vino noble y siempre lo bebo en copa. Jamás en vaso.
¿No sabe igual?
No. El vaso para otros vinos de menor categoría. Me atrevería a decir que el txakoli se sitúa entre los mejorcitos vinos de Europa.
Sí señor, esto es pasión… Ja, ja. Pero no estoy diciendo nada que no sea cierto. Ahora, la gente acude a los bares, pide txakoli y les gusta. No resulta un esfuerzo. Antes eso era impensable.
¿Qué hay detrás de una copa de txakoli?
Uf, mucho trabajo, dedicación, inversión por parte de productores e instituciones también. Para que el consumidor disfrute con esa copa, hace falta trabajar mucho.
Pagar 1,40 un txakoli está bien pagado. Para los que puedan pensar que es caro, no lo es. La producción es reducida y los beneficios son menores.
También se paga calidad. Los txakolis que llegan al consumidor son de gran calidad. Los vinos vizcaínos pasan por catas y controles de enólogos expertos en txakolí.
No todo vale. No. Participo todos los años en las catas que se realizan en Leioa, en la sede del txakolí, y te aseguro que los controles que se llevan a cabo son exhaustivos y rigurosos.
Entonces, no hay txakolís malos …
No. Son diferentes unos de los otros, pero malos, ninguno.
La evolución que ha experimentado ha sido importante. Un gran cambio, pero txakolis buenos han existido siempre. Recuerdo en los años ochenta del pasado siglo, haber tomado un txakoli tinto de Julián Larrazabal de Bakio, que lo habían embotellado en el año 1952.
¿Y estaba rico?
Rico no, estaba delicioso. No había que perdonarle nada. No había perdido ni color, ni acidez… Txakolis buenos ha habido siempre.
Si pide un txakoli y le sirven un “chacolí” burgalés, ¿qué haría?
Le digo que me saque un txakoli.
¿Cómo se sentiría?
Engañado, defraudado…
¿Se enfadaría?
No me gustaría nada, nada.
¿Sería una falta de respeto?
Sí, y no solo hacia el consumidor -al que le están cobrando un vino como si fuera txakoli- sino también supone una falta de respeto hacia los productores que llevan años trabajando y dedicando esfuerzo en sacar adelante un producto de calidad.
¿Es la del txakoli la historia de un sueño hecho realidad?
Es la historia del esfuerzo, del trabajo… El txakoli es otro orgullo para los vascos.
¿Pero cree que lo conocemos?
Yo creo que no lo suficiente.
Entonces, ¿cómo lo vamos a defender?
(Se hace un silencio).
Con todo lo que ha costado… No voy a decir que es la guerra, pero no hay que dejar margen de maniobra para que nos coman terreno.
Burgos presentó recientemente en MadridFusión, feria gastronómica de prestigio, su “chacolí”. Mira, si eso les ocurre a los catalanes, por ejemplo con el cava, se presentan en la feria con la Policía y la que se monta.
¿Pecamos de pasivos?
Yo creo que sí.
¿Y de confiados?
También. Esperando lo único que conseguimos es que ellos sigan promocionando su vino.
¿Cuál es la labor de los políticos en esta polémica?
Tienen que apoyar el producto, sin diferencias y dejando de lado las ideologías.
Detrás de tanto sentimentalismo, ¿qué es lo que se esconde?
Una cuestión comercial. Utilizar el término txakoli abre mercados.
¿Intentan aprovecharse?
No hay ninguna duda.
¿Solo una cuestión comercial?
Sospecho que detrás también existen cuestiones electoralistas.
¿Queda mucho por hacer?
Mucho camino por recorrer.
Y no hay camino que valga sin el apoyo de los consumidores. Los consumidores deben de rechazar imitaciones.
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