Gari: El futuro del txakoli está en la crianza




Garikoitz Ríos: «El futuro del txakoli está en la crianza»

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El director técnico de Itsasmendi cree que «su acidez, su nervio», lo hacen mejorar con el tiempo

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Paciencia. Si de algo andan sobrados los agricultores es de paciencia. Por eso mismo Garikoitz Ríos, director técnico de Bodegas Itsasmendi, entiende que el tiempo, la calma, son, hoy, los ingredientes determinantes para conseguir que el txakoli «tenga prestigio en el mundo». De paso, es también la mejor manera de que los viticultores vascos posean «unas explotaciones rentables».

Aquel vino inminente, de año, con su punto de gas carbónico está dando paso a etiquetas más complejas y sutiles, enriquecidas por el paso por depósito y la guarda en botella. «Hemos abierto un camino bonito a la DO porque el mundo de los vinos jóvenes es muy complicado. La competencia es terrible y hay una batalla de precios canina», abunda Ríos.

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BODEGAS ITSASMENDI

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En la cata celebrada la pasada semana en el Museo de Bellas Artes de Bilbao para conmemorar las diez primeras cosechas de Itsasmendi 7, Ríos dejó claro que el futuro del txakoli «está en las largas crianzas», en dejar reposar los vinos primerizos para que crezcan, aprovechando la capacidad de guarda que les regala su frescura y «acidez, su nervio».

En el acto se cataron mágnums de las 10 cosechas de Itsasmendi (cada una, con una fotografía distinta en blanco y negro en la etiqueta: memorable la primera cosecha, 2008, con la cubierta de un petrolero en homenaje a Andoni Uribe, capataz agrícola), así como botellas de txakoli parcelario: Hondarrabi Zuri procedente de Morga, una de Hondarrabi Zuri Zerratia de Leioa y Riesling de Gernika. Una característica diferencial de la bodega es la atención a cada parcela, que se vinifica por separado. «Tenemos más de 60 depósitos», apunta Ríos. Los txakolis que salen al mercado proceden del coupage de las parcelas presentes en las 37 hectáreas de viñedos propios que gestiona Itsasmendi. Como excepción, esos dos parcelarios del 2016 y los tres de 2017 procedentes de parcelas de Leioa, Morga y Gernika –apenas mil botellas de cada–, que saldrán al mercado en breve.

«En el mundo del vino 25 años –Itsasmendi comenzó su andadura en 1994– no es nada; sin embargo en el txakoli en esos años se ha producido una enorme evolución... y no hemos hecho más que empezar», apuntó Ríos ante un público nutrido por hosteleros y sumilleres.

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Arriesgar es vencer

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Arriesgándose –a veces hasta el borde mismo de la legalidad– para abrir nuevos caminos al txakoli que luego, en mayor o menor medida, ha incorporado la DO, Ríos estuvo acompañado por sumilleres como Patxi Zabala e Iñaki Suarez, Antxon Casares, Ismael Álvarez (Nerua), Jonandoni Rementeria (Remenetxe), Camilo Carvallo (Mina), Pilar Llamosas (Casa Garras), María Barrios (Ola MB), entre otros.

«El cambio que ha experimentado el txakoli en estos años ha sido brutal. Hoy buscamos la evolución que nos regala la acidez de estas uvas y la marcada personalidad de cada zona. Esta es una profesión de paciencia y de cabezonería», remachó Garikoitz Ríos, que inaugurará nueva bodega este año en plena Reserva de la Biosfera, en Gernika-Lumo.

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