“El mundo del vino está tremendamente mal gestionado”

 

Entrevista al Master of Wine español, de origen alemán, Andreas Kubach, que lleva veinte años dirigiendo bodegas –entre otras, la riojano alavesa Bodega Badiola-, además de elaborar vinos y defenderlos alrededor del mundo.





De padres alemanes que vivían en Francia cuando él nació, criado en Francia y Brasil hasta los 15 años, y desde entonces viviendo en Madrid, el Master of Wine (MW) Andreas Kubach, se considera un MW español “porque tengo dos pasaportes, y llevo en España casi toda mi vida”.

Ha sido precisamente en Madrid donde ha fundado la compañía ‘Península Vinicultores’ con otros tres socios, uno de Nueva Zelanda, otro de Cuenca y el tercero de Bilbao (el empresario Gorka Izagirre, tío del chief Eneko Atxa)… y “yo soy el bicho raro medio alemán / medio español”.




La entrevista tuvo lugar en el marco del Curso de Verano dedicado a celebrar los 25 años de vida de la DO Bizkaiko Txakolina, donde Andreas mostró sus conocimientos como Master of Wine (la más alta distinción que existe en el mundo del vino) en la Cata de once txakolis que se llevó a cabo en Bodegas Berroja.

.- ¿Qué percepción internacional existe sobre el txakoli?

Esa percepción depende del interés creciente que se tenga en España por el txakoli. Pero sí hay ya una conciencia creciente entre expertos de que el Txakoli ha cambiado y hay muchos txakolíes interesantes. Esto existe y es así.

Un Master of Wine que haya estudiado hace veinte años y que viva en Canadá posiblemente no le haya prestado aún atención al txakoli, y no lo tenga tan claro, pero los europeos seguro que sí.





En general lo que hemos conseguido es que en la punta de la pirámide de gente muy involucrada haya una conciencia de que Euskadi es una zona interesante que hay que descubrir

.- Te refieres al txakoli, porque Rioja Alavesa tiene una mayor penetración internacional.

Así es, pero todavía hay una pelea interesante. Rioja hace grandísimos vinos de estilo, basados en una elaboración, una crianza y un envejecimiento artesanal que es maravillosa. Pero con una complejidad que no acaba de reflejar realmente el viñedo y el pueblo… aunque no le haga falta.

.- Que no le hace falta, dices.




Nosotros vamos a hacer con Bodega Badiola precisamente eso: vinos de pueblo, de parcela y de paraje. Digo que no le hace falta porque son pirámides paralelas. Rioja necesita desarrollar absolutamente los vinos de origen, y es fundamental que lo hagamos, y que lo hagamos mucho mejor de lo que se ha hecho con la normativa actual, que tiene muchas deficiencias.

.- ¿A qué se deben esas deficiencias?

Somos conscientes de que no puede ser que un vino de pueblo esté marcado por el lugar donde se encuentre la bodega. Eso es un sinsentido. Lo importante es el viñedo. Pero eso no significa que un vino de un paraje específico tenga que ser considerado intrínsecamente superior a un gran reserva clásico. Son dos modelos perfectamente compatibles.

El que hace un gran vino de estilo no tiene porqué hacer necesariamente un vino de origen. Se puede hacer las dos cosas, pero no es obligatorio.




.- Me llama la atención que en 2003 fundaras Vinista, una consultora dedicada al desarrollo de la gestión de bodegas en crisis.

Con el tiempo ha llegado un momento en el que ya no quería decir a la gente qué hacer en sus bodegas, sino que lo íbamos a hacer nosotros mismos. Esto es el proyecto actual en el que estoy. El mundo del vino está tremendamente mal gestionado.

Yo vengo del mundo de la gestión (como licenciado en Ciencias Empresariales), y hay una falta de integración de los elementos técnicos con los comerciales y financieros. Es una falta de alineación estratégica en todos los activos que se deciden a adquirir y cómo se usan. Es muy necesario mejorar la parte de gestión en el mundo del vino.




.- ¿Consideras importante que cada país tenga un número determinado de Master of Wine?

Eso ayuda. En España somos tan solo cuatro los Master of Wine. Y en 2014 apenas había uno, que era mi mentor, Pedro Ballesteros. Ahora hemos avanzado y somos cuatro. A mí me encantaría que hubiera entre ocho y diez Master of Wine en diez años, y para eso hacen falta más candidatos.

.- ¿Qué aporta el título de Master of Wine a las diferentes personas que se dedican al mundo del vino?

Me encantaría que entre los Master of Wine hubiera gestores, enólogos, académicos y algún sumiller. El Master of Wine se examina de algo multifuncional que va más allá de la disciplina. O sea, un enólogo que sea Master of Wine se hace mejor enólogo porque entiende cómo gestionar bodegas y cómo vender vino.





Y un vendedor de vinos se hace mejor vendedor cuando realmente pisa la bodega y sabe cómo funciona la viticultura… Se trata de pensar más allá, y de conocerlo todo muy bien.

.- Se dice que la única Master of Wine es una de tus discípulas, Almudena Alberca.

No es exactamente mi discípula porque ella ya se había iniciado en los caminos del mundo del vino antes de conocerme a mí. Ella es una buena amiga, porque los que estamos en esta locura de los Master of Wine nos ayudamos mucho unos a otros. Ella me ha ayudado mucho a mí y yo también a ella.




Cata de los once txakolis en el Curso de Verano

El pasado 27 de junio se celebró en Bodegas Berroja la Cata de once txakolis pertenecientes a distintas bodegas de la DO Bizkaiko Txakolina, que sorprendió tan gratamente a muchos de los allí presentes.

La Cata la dirigieron entre el sumiller Iñaki Suarez, miembro del Comité Técnico de la UAES (Unión de Asociaciones Españolas de la Sumillería), además de director del Curso de Verano, y el Master Of Wine Andreas Kubach, que comenzó diciendo “Si conseguimos meter este paisaje de viñas sobre una montaña dentro de una botella de txakoli… nos sobrará todo tipo de debate”.





A partir de ahí comenzaron a desfilar las diferentes botellas de txakoli. El Señorío de Otxaran de la bodega Virgen de Lorea; el G22 Magnum, de Gorka Izagirre; el Artizar de Itxasmendi…




El bodeguero Ricardo Pérez Palacios dijo del primero que tenía un toque “acidulado”, con sabor a almendra amarga, muy completo, con una frescura envolvente. Andreas lo estimó como un “vino ruidoso”, que no dejará indiferente.




Del segundo txakoli, G22, de su socio Gorka Izagirre, tras saborearlo bien, Andreas Kubach señaló que “impresiona por su potencia y personalidad”.

“El vino nos está pidiendo que “encendamos el horno por favor, ¡enciende el horno!”, destacó a continuación Iñaki Suarez, queriendo indicar que ese txakoli ‘estaba’ pidiendo comida.




Llegó el Artizar, de Itxasmendi. Andreas recogió sus aromas en la nariz y lo llevó a la boca. “Es un vino impresionante –dijo por fin-, sobre todo en boca. Hay una acidez interesante atrás, una atención tánica rotunda en el paladar… Algo fundamental para los grandes vinos”.

Es como si… a los txakolis les hubiera llegado la hora de la verdad. Con el descorche de las botellas se había destapado el tarro de las esencias. Al menos 40 personas lo estábamos catando, a la vez que los más entendidos emitían su valoración crítica.

Lo que en otros mundos tiene que esperar al día siguiente, como cuando se estrena una gran obra de teatro o de cine, y el director y los actores esperan la crítica de The Times o del New York Times… Aquí era catar y esa misma lengua emitía un valoración.





Llegó el turno del Txabarri Rosado, de Bodegas Txabarri, o del Gorrondona Tinto y el Iri de Doniene Gorrondona, y el Bat Berri de Itsasmendi.

Del rosado nos informó Andreas que “no hay rosados bien posicionados en el mundo, porque resulta muy volátil”. El txakoli beltza de Gorrondona le llevó al MW a la siguiente consideración: “Lo maravilloso del txakoli es que abre un estilo que ofrece un placer distinto. Y al final la belleza del vino es su diversidad”.

No pudo evitar el Master of Wine un toque de pasión por lo que sucedía en la cata: “¡Hacedlo lo mejor que seáis capaces!”, les pidió a los txakolineros.





A escena llegaron a continuación un Berroja 2009, de la bodega anfitriona, el Hegan Egin, de bodegas Bizkai Barne, el Artzai de Ulibarri y el Arima de Gorka Izagirre.

El futuro también es del Txakoli

Iñaki Suarez movía el micrófono entre los presentes. Alguien dijo que los txakolis “estaban muy bien elaborados”, un segundo subrayó “el buen sabor a manzana golpeada que vibra en el vino”, un tercero indicó que “estaba disfrutando enormemente” con los diferentes txakolis…

Andreas volvió a tomar la palabra para indicar que “el mundo del txakoli de Bizkaia hay que defenderlo tanto como sea necesario”…  Cuando llegó el Hegan Egin, mis compañeros de cata me comentaron que estaba lleno de Identidad. “Es el que más me recuerda la Hondarrabi zuri, lleno como está de rusticidad”.





Hubo más. Se habló de ‘energía vibrante’, de ‘personalidad total’, de ‘aroma muy frutal y, a la vez, bien mantenido por la acidez’. “Son muchos los que tienen madurez, pero con menos madurez estos vinos serían igual de buenos”, sentenció Andreas.

Llegó un gran aplauso final para txakolis y bodegas. Cuando se abandonaba la sala de catas, alguien dijo que “había sido una experiencia religiosa”. Y uno de los bodegueros presentes vino a decir algo que no apunté, pero que recuerdo bien: “¡Qué bien lo estamos haciendo, y qué mal lo vendemos al mundo”.




La cata fue un disfrute. La creatividad estuvo presente. Cada vino sonó con su música. “¿Quién tiene un vino perfecto? –se había preguntado el MW, Andreas Kubach-. Lo que la gente compra es la actitud que tiene el músico. Y la Calidad y el Paisaje que vive dentro de la botella”.

No dijo “el Genio que vive dentro de la botella”, al que se le puede pedir un intenso deseo… que el genio nos concedió en realidad. Disfrutamos y comprobamos que el futuro es también del Txakoli.



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