"Los del sector primario somos los primeros olvidados"
IKER ULIBARRI ES UNO DE LOS ASIDUOS A LA FERIA DEL DOMINGO DE GORDEXOLA, CANCELADA POR EL CORONAVIRUS
Llega otra cita imprescindible a la que este año no se puede acudir. La plaza Molinar no se llenará de puestos ni se testará el estado del asno autóctono de las Encartaciones ni se podrá convocar la monográfica de vaca frisona en la feria de San Andrés y la Inmaculada de Gordexola, que iba a celebrarse el domingo, 6 de diciembre. El evento añade otro episodio a su dilatada historia, que se remonta al siglo XVIII y antaño se prolongaba entre el 30 de noviembre y el 8 de diciembre.
Desde la suspensión de la de San José de Güeñes al inicio del estado de alarma de marzo persisten la incertidumbre y preocupación en torno a la situación sanitaria que se ha llevado por delante otros grandes eventos en la comarca. Este nefasto 2020 se finalizará sin el Ogi Eguna de Galdames en Nochebuena.
Las cancelaciones están causando un notable perjuicio en el sector primario. "Somos los primeros olvidados", define Iker Ulibarri que, junto con su hermano Asier, sigue la estela de sus padres en la producción de queso y txakoli adscrito a la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina y contaban con un stand en San Andrés y la Inmaculada bajo la marca Ulibarri Artzaiak.
Se ha desatado la tormenta perfecta, en la que "cierran las ferias de venta directa de los pueblos, que nos repercuten en gran medida al constituir el principal canal de venta de los quesos" y, por otro lado, "sin hostelería baja la demanda de consumo de txakoli". Aunque con la bebida "hemos abierto otras vías de comercialización, con el queso tenemos un stock que no sabemos por dónde va a salir". Gordexola, Zalla, Sopuerta, Santo Tomás de Bilbao, Plentzia.
Eran numerosos los escaparates de venta al aire libre que "para la gente significan diversión, pero para nosotros, trabajo". Por eso, pide a las instituciones que calibren las consecuencias de cancelar este tipo de eventos y pensar posibles alternativas "para dar salida a los productos, aunque no despachemos lo mismo que en circunstancias normales y, por supuesto, con las normas de seguridad en vigor".
Tras el primer confinamiento "algo repuntaron las ventas" al retomar la hostelería a una normalidad lejos de ser plena porque "hay algo de exportación y volvimos a tomar un poco de inercia". Con el cierre perimetral y las limitaciones de movilidad entre municipios las ventas han vuelto a desplomarse.
"Tocamos puertas que antes no tocábamos, llamamos a gente que no conocíamos. Formamos parte de la plataforma de venta on line BBK Azoka, pero no está saliendo el producto. Representa una mínima facturación mensual que bienvenida sea, y sin embargo no representa la solución", expone Iker Ulibarri. Y es que "pagamos nóminas, seguridad social, impuestos como si no pasara nada cuando hay un producto parado sin vender".
"Nos han dado 3.500 euros de ayuda para el covid-19, pero con esa cantidad desde mayo no me llega ni para dos meses". Argumentan que "los animales comen y debemos atenderlos, por lo que la actividad continúa sí o sí".
"¿Qué hacemos? ¿No podamos las viñas? ¿No embotellamos el vino?", cuestiona.
La inquietud llega al punto de "cuestionarnos la campaña siguiente de queso, que empezaría en marzo". "Un país no puede permitirse que bajen la persiana muchos negocios mientras se dice que entre todos salimos porque no es verdad", zanja.
Haciéndose cargo del legado familiar elaboran queso con ovejas latxas. Más tarde incorporaron el txakoli con sello ecológico que se ha alzado victorioso en ferias como la zallarra de Gangas Eguna y cultivan en más de dos hectáreas de viñedos. Txakoli fermentado en roble francés nuevo, no estabilizado ni tampoco filtrado, para conservar mayor potencial y un mejor envejecimiento con un mínimo de crianza en botella de seis meses. Concluida la vendimia, las ovejas ocupan los terrenos en otoño e invierno, equilibrando el pastoreo con la producción vinícola.
En la feria de Gordexola, con el recinto ferial con la plaza Molinar y el entorno del frontón Beraskola como principales escenarios se hubieran distribuido alrededor de medio centenar de puestos de alimentación: agrícola, chacinería, dulces, miel, pan, pastel vasco, repostería, hortalizas, queso, paté, txakoli, sidra, mermelada o fruta, así como maquinaria agrícola y el trabajo de 46 artesanos.
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