Los productores cántabros pasan del txakoli

 

Los viticultores de la comunidad vecina se apartan de la polémica y admiten que «nunca nos hemos planteado elaborar aquí chacolí»


MARIBEL MARTÍNEZBILBAO.


Fernando Renovales, entre viñedos en su finca de Villaverde de Trucíos. Es uno de los pocos viticultores cántabros que etiquetan su vino como 'chacolí'. MITXEL ATRIO


El txakoli, o chacolí, según de donde proceda, está que arde. Cantabria y Burgos han reclamado poder comercializar bajo este nombre algunos de sus vinos blancos, pero tal término -en cualquiera de sus variantes- sólo ampara legalmente a las producciones controladas por las tres denominaciones de origen vascas, la de Getaria, la vizcaína y la alavesa. La 'guerra', sin embargo, está abierta. Primero fue Burgos quien reclamó su derecho a vender chacolí; y unos días después se sumó a la reclamación la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC), que pidió que se ampare bajo esa expresión a ciertos caldos elaborados ahora bajo la marca 'Vino de la Costa de Cantabria'. El 'lobby' reclamó a la clase política de la comunidad «una reacción urgente para proteger nuestra cultura e identidad» de la «apropiación vasca». Sin embargo, según ha podido comprobar EL CORREO, el sentir de los productores cántabros es muy diferente.


La mayor parte de los ocho elaboradores que forman parte de este área geográfica regulada se muestran sorprendidos por una polémica que, afirman, no va con ellos. «Nunca nos habíamos planteado producir 'chacolí' en Cantabria. Entre otras cosas, porque solo uno de nuestros productores, y otro que iniciará su actividad el año que viene, cultivan ondarribi zuri, la variedad con la que se elabora el caldo vasco», afirma Asier Alonso, presidente de la Asociación de Vitivinicultores de Cantabria. «No queremos entrar en una polémica que no hemos creado. Nos han metido en el mismo saco, sin comerlo ni beberlo». Tampoco quiere hacerlo el Gobierno cántabro, tal y como le transmitió a Alonso en una reunión mantenida hace varios días. «Hay una legislación europea que regula el uso del término 'chacolí', y por mucho que quisiéramos cambiarlo, si la consejería de Desarrollo Rural no quiere entrar en la cuestión, nosotros no podemos hacer nada».


Según ADIC, la producción de chacolí y la regulación de su uso en Cantabria está documentada desde al menos el siglo XIII, y se circunscribe a las zonas de Santander, Colindres, Armuero, Meruelo, Argoños y Noja, parte de las Encartaciones y la costa vasca, así como también en otras áreas de influencia cultural y eclesiástica cántabra, como el burgalés Valle de Mena. Esta tradición, sin embargo se fue perdiendo con el tiempo, hasta que desapareció prácticamente por completo. En Burgos hay más actividad: existen unos 70 productores (40 en el valle de Mena, 10 en el valle de Tobalina y 20 en La Bureba).


El sector vitivinícola cántabro es aún muy joven. Hace poco más de 10 años que se empezaron a elaborar los primeros caldos. Actualmente, ocho productores forman parte del área geográfica regulada como 'Vino de la Costa de Cantabria', y dos más como 'Vino de Liébana'. En 2009, comercializaron 113.500 litros de vino -unas 150.000 botellas-, que se cultivaron en 103 hectáreas. Es una producción humilde: bajo la denominación txakoli de Getaria se comercializan 2,1 millones de botellas con 226 hectáreas en producción . Dos de cada tres botellas de vino cántabro fueron de la Costa y una, de Liébana. «Nuestra producción es muy limitada», admite Alonso. «Lo que tenemos que hacer es esforzarnos en producir un vino de calidad, de momento para un consumo local, pero que en un futuro podamos exportar a otras comunidades».


5.000 botellas


«¡A ver si la culpa de esta polémica es mía!», exclama Fernando Renovales. Él fue el primer bodeguero cántabro en empezar a cultivar ondarribi zuri -la variedad básica del txakoli- en su finca de Villaverde de Trucíos, en Cantabria, una parte de la cual pertenece a la población vizcaína de Artzentales. «Aquí nadie pone en las etiquetas 'chacolí' excepto yo. En realidad es una polémica tonta». Hace 25 años empezó a cultivar las tierras que tenía como un hobby. Aprendió a elaborar chacolí de los productores vascos y, a día de hoy, buena parte de su producción de este vino va a parar «a restaurantes de Bilbao», dice, aunque no pertenece a ninguna denominación de origen. Su producción no es muy elevada: apenas llega a las 5.000 botellas.


«Tenemos que hacer un vino propio de calidad porque estamos rodeados de monstruos del sector», afirma Nery Ojeda, productor del vino Carrales de Cayón, en Esles de Cayón. Este argentino se trasladó con su mujer de Madrid a Cantabria para iniciar una aventura en la producción vinícola en 2003. Este año ha comercializado su producto por segundo ejercicio, unas 1.500 botellas de un caldo elaborado exclusivamente de la variedad godello, por lo que él nunca podría utilizar la denominación de chacolí. «Estoy en otra liga. Lo que yo entiendo es que ADIC quiere reivindicar un concepto histórico, ya que antiguamente se produjo aquí chacolí. Pero no creo que aquí ahora se empiece a producir». Lo mismo opina Coral Saiz, de Señorío de Pas, una bodega muy joven que está elaborando vino natural. «Es aún más puro que el ecológico porque no añadimos ningún tipo de enzimas en bodega, todo el trabajo lo hacemos en el campo», explica. «No le veo sentido a la polémica que se ha generado, porque aquí sólo Renovales cultiva ondarribi zuri. El resto no podríamos producir estos vinos».


Más tajante es Ignacio Abajo, de la Bodega Viña Lancina, en Bárcena de Cicero. «Yo nunca utilizaría el término 'chacolí' para mis vinos. Si buscas en un diccionario su definición, figura que es un vino muy corto de grados y muy ácido, un vino malo». Abajo lleva cerca de una década cultivando otras variedades «nobles» de uva, como riesling y godello. «El chacolí se elabora con variedades muy sucias, que necesita mejorantes como la chardonnay para conseguir un buen resultado final. Desde luego, yo no quiero ese término para mí», dice resuelto. En Getaria, Bakio y Amurrio, cunas entre otras del txakolí vasco, se discrepara a buen seguro de esta curiosa opinión.



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