Valle de Ayala, un romance eterno con el txakoli

 

Aiaraldea combina naturaleza en estado puro con viñedos y bodegas donde se elaboran excelentes vino



La Sierra Salvada enmarca los viñedos. / TURISMO DE AIARALDEA

Iratxe López
IRATXE LÓPEZ


La comarca alavesa de Aiaraldea vive un romance con el txakoli. Ambos, ella y él, se miran con buenos ojos, por eso pasa por allí una ruta dedicada a este vino. De su amor nacieron varias hijas, bodegas que además de elaborar el caldo ofrecen visitas guiadas para conocer el proceso de gestación. 

El flirteo viene de lejos, pues los agricultores de estas tierras producían txakoli por lo menos desde el siglo IX. El clima atlántico caldeó la relación entre los amantes. Sol suficiente y lluvias moderadas acompañaron desde su inicio este coqueteo acabado en matrimonio.

Son varias las txakolineras dispuestas a recibir al turista. Artomaña, en la localidad de mismo nombre, propone visitas entre semana y fines de semana a las 11.00, 12.30 y 16.30 horas. Beldui (Llodio), elige los domingos a las 11:30. 

En Orduña, Gure Ahaleginak prefiere dedicarse al público sábados, domingos y festivos a las 11.00 horas y días laborables a las 12.00. Incluso Torre de Murga abre sus puertas a los curiosos.

No solo el vino tienta a la Cuadrilla de Ayala, también los placeres gastronómicos. Tierra comilona, practica el devaneo con quesos y morcilla. Vierte su alma golosa sobre el pan dulce y la miel. En la web turística de la comarca encontrarás dónde degustarlos y hacer tus compras para no volver a casa con las manos vacías. 

El estómago descansará rebosante tras probar estas delicias. Y deja de sufrir por el peso, la zona alberga gran cantidad de opciones para practicar senderismo y montaña, así quemarás las calorías.


Embalse de Maroño. / SANDRA ESPINOSA


Conviene acercarse hasta el pantano de Maroño, salón natural de descanso para aves migratorias antes de afrontar la dura etapa que supera la sierra. 

El Salto del Nervión nunca defrauda; nacedero del río, la cascada de más de 222 metros es la más alta de la península. 

Puedes contemplarlo desde el mirador, arriba, tras una caminata breve o desde el Salto desde Delika, abajo, después de adentrarte en el desfiladero y seguir el curso del agua. Indaga sobre el Camino Real de la Sopeña, eje de comunicación para mercaderes en la Edad Media.

O sobre la Ruta Lineal del Nervión, paseo mediante el que conocer las localidades de Llodio, Ayala o Amurrio, sus históricos caseríos y belleza natural. Perfecto a pie o en bicicleta con niños. 

Pero si buscas alturas mayores encontrarás panorámicas incomprables en el gran macizo montañoso de Sierra Salvada. Gorobel –su denominación en euskera– marca el límite suroeste de la comarca sobre el Valle de Ayala.

En esta pared rocosa, Tologorri, Ungino y Txarlazo ponen nombre a sus cumbres más emblemáticas. Contiene, además, construcciones pastoriles, bordas, refugios, restos prehistóricos y loberas como las de Gibijo, Monte Santiago y San Miguel. Y si nos referimos a parques naturales, ninguno como el del Gorbea. Allí aguarda Garrastatxu, con acceso desde el municipio de Baranbio. Podrás escoger diferentes rutas que te acercarán a vistas maravillosas.



Espacios culturales

La cultura extiende sus ramificaciones a través de la comarca ayudada por dos salas expositivas. El Museo Etnográfico de Artziniega descansa dentro de un edificio histórico para recrear los modos de vida, rural y urbano, de la comarca. 

En la misma localidad, el Taller Museo Santxotena muestra trabajos del escultor Xabier Santxotena. Atentos porque allí está permitido tocar las obras del discípulo de Oteiza.



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