Cuando Euskadi no existía: Historia geológica del País Vasco



Somos una especie joven en un mundo viejo que hemos proclamado como nuestro. Aprendimos a modelarlo en base a nuestras necesidades y ahora somos capaces de ir un paso más allá para centrarnos en las comodidades. Sin embargo a pesar de lo increíble de la evolución tecnológica las construcciones humanas siguen sin poder competir con la belleza de la región geográfica en la que vivimos. Desde el estuario de Urdaibai hasta el monte Gorbea, existen infinidad de parajes intermedios que la naturaleza tardó millones de años en modelar, caracterizados siempre por la presencia del mar y las montañas. Pero la tierra que pisamos no siempre estuvo ahí, hubo un tiempo en que ni siquiera existía. Un tiempo en el que se encontraba sumergida bajo las aguas del mar.

En un contexto mitológico podríamos afirmar que Tetis, la diosa del mar, tras una conducta escandalosa propia de cualquier dios que se precie, enfadó a su madre Gea causándole una preocupante migraña. Como resultado de la vasoconstricción y vasodilatación de las arterias de su gran cabeza que es la tierra, Euskadi surgió de las aguas. Dado el grotesco escenario al que la mitología nos tiene acostumbrados y tragándonos la congoja que supone asumir que el Amboto no sea más que un quiste, estamos preparados para afrontar una versión más realista y científica de los hechos. Una historia muy compleja que grosso modo podría resumirse de la siguiente manera:

Vivimos en un planeta que tiene 4600 millones de años, un número de diez cifras, y lo hacemos apenas desde hace 195.000 años. La historia geológica que nos concierne abarcaría desde antes de la aparición de los dinosaurios hasta después de su extinción hace 66 Ma (millones de años, según la International Stratigraphic Chart, 2020). A escala temporal geológica comprendería tres eras: la Paleozoica, la Mesozoica y la Cenozoica en ese orden, que antiguamente se denominaban eras Primaria, Secundaria y Terciaria.

Durante la era Primaria o Paleozoica, en una subdivisión llamada periodo Silúrico (441-419 Ma), el País Vasco se encontraba bajo el mar de Tetis, un mar de escasa profundidad donde se depositaban restos de fragmentos coralinos que darían lugar a rocas calizas. No es hasta finales del Carbonífero ( ̴ 300Ma) que como consecuencia de un evento geológico de formación de montañas denominado Orogenia Herciniana surgen las primeras tierras emergidas en el norte de Navarra (Macizo de Cinco Villas, Quinto Real, Alduides, Baigura, Mendibeltz etc.). Estas tierras expuestas a condiciones climáticas semiáridas se erosionaron y los productos derivados de esa erosión se depositaron a su alrededor dando origen así a montes Gipuzkoanos como los de Adarra y Oindi. Pero en definitiva, la mayor parte continuaba bajo el agua.


Modificado de luberri.org


A comienzos de la era Secundaria o Mesozoica, el mar estaba en regresión. La península Ibérica no era más que islas encajonadas entre las placas tectónicas Euroasiática, Norteamericana y Africana, con el mar de Tetis extendiéndose hacia el este. Este encajonamiento se debía a que la tierra emergida formaba parte del supercontinente Pangea, rodeado por un océano único llamado Panthalassa. Es en esta Era durante el periodo Jurásico (200 Ma) cuando comienza a romperse. Como una balsa que navega sobre un océano fundido, la placa tectónica Africana comenzó a distanciarse de la Norteamericana dejando entre ellas una brecha que con el tiempo acabaría formando el actual Océano Atlántico. Este movimiento de la placa Africana provocó el desplazamiento de la microplaca Ibérica respecto a la Europea. La cuenca Cantábrica se hundió, los macizos Paleozoicos vascos se elevaron y el surgimiento del macizo del Ebro hizo que se perdiese la conexión con el futuro mar Mediterráneo.

Ya en el siguiente periodo, el Cretácico, queda definida la Cuenca Vasco-Cantábrica, susceptible al depósito de sedimentos procedentes de las áreas emergidas periféricas. Esta cuenca contenía un mar cálido y poco profundo repleto de vida, propio de ambientes subtropicales. Entre los fósiles de este periodo se han encontrado gasterópodos, cefalópodos (amonites), bivalvos (inocerámidos) y corales formando arrecifes que al morir contribuyeron al depósito de sedimentos de los que después surgirían las cadenas montañosas del Gorbea, el Aitzgorri y Aralar, entre otros. En este periodo se dan también dos sucesos consecutivos muy importantes: el primero es la rotación antihoraria en unos 20-30 grados de la microplaca Ibérica con respecto a la Europea (110-85 Ma) y el segundo la apertura del Golfo de Bizkaia ( ̴ 100Ma).

Metafóricamente hablando, la península medio anegada sería como un coche Mini que acaba de encontrar una plaza de aparcamiento que le viene justa, entre África y el resto de Europa, y trata de maniobrar para encajarse entre ambos con el método de aparcar al tacto. El ejemplo se complica cuando nuestro inocente conductor descubre que en el gigantesco todoterreno Africano hay una persona sentada con el pie puesto en el acelerador. El dueño del todoterreno pisa el acelerador empujando el parachoques trasero del Mini Ibérico, haciendo que se empotre contra Europa y abollando todo el capó. Tremenda avería la bautizamos como Orogenia Alpina, de la que surgirán los Pirineos pero también el resto de Euskadi.



Modificado de Carracedo-Sanchez et al. 2012


Durante el movimiento de rotación antihoraria de la placa Ibérica, en el todavía imaginario ángulo que formaría nuestra costa con la costa francesa, se da un adelgazamiento de la corteza terrestre al que le sigue un intenso vulcanismo submarino (sector comprendido entre la ría de Gernika y alrededores de Beasain) que tuvo lugar por debajo de los 700-800 metros de aquel mar con la consiguiente apertura y formación del Golfo de Bizkaia. Al final de este periodo que pone fin a la era Secundaria sería cuando la placa Africana se desplaza hacia el norte como consecuencia de la apertura del océano índico y el desplazamiento de Iberia se invierte en sentido horario.

La extinción de los dinosaurios daría paso a la era Cenozoica o Terciaria, cuando tiene lugar la Orogenia Alpina (40 Ma). La microplaca Ibérica colisionaría al fin con Europa entre el Eoceno y el Oligoceno provocando el plegamiento, la fracturación y la emersión de los lechos sedimentarios depositados en la cuenca marina como una prolongación occidental de los pirineos. El macizo del Ebro se hunde y en su lugar quedan dos lagos: el lago de Treviño en Araba, entre Treviño y Valdegobia, y el gigantesco lago que constituía la depresión del Ebro y que alcanzaba toda la parte sur de Navarra. Pasarían millones de años hasta que estos lagos dejasen de serlo, pero a falta de pulir los detalles, Euskadi ya estaba terminada.

Puede que su creación no tenga un origen divino pero el resultado bien merece el sacrificio de subir las 241 escaleras hasta San Juan de Gaztelugatxe para admirar nuestra costa. Como un puesto fronterizo entre lo que es hoy y lo que un día fue, desde el islote escrutaríamos el horizonte preguntándonos si lo que el mar un día nos dio volverá a reclamarlo. La naturaleza es una artista insaciable e inconformista que jamás da por terminada una obra. A pesar de que no somos capaces de apreciar los cambios geológicos, la tierra continúa y continuará moviéndose ajena a nuestros proyectos de futuro. Pero eso, es otra historia.


IMAGEN 1. Evolución Euskadi (modificado de luberri.org)
IMAGEN 2. Esquema evolutivo de la apertura del Golfo de Bizkaia (Modificado de Carracedo-Sanchez et al. 2012).













Comentarios