André Tamers: "El txakoli cambió la concepción del vino español en EEUU"
Lo que nadie espera oír jamás de un distribuidor de Nueva York cuando se le pide que enumere las regiones españolas que le parecen más interesantes, es que empiece por Manchuela. A Thomas Byrnes, fundador de T Edward Wines con sede en el bohemio barrio de Tribeca y un 14% de vinos españoles en su porfolio, la bobal le recuerda a la nebbiolo. Los vinos que le han hecho llegar a esta conclusión los firma Juan Antonio Ponce de quien dice que “aunque es muy joven, tiene gran pasión y talento y hará grandes cosas”.
Byrnes es uno de los100 profesionales de Estados Unidos que disfrutaron del evento Running of the Scales en Sanlúcar de Barrameda, organizado por la importadora de Carolina del Norte De Maison Selections el pasado mes de abril. Además de distintas ponencias en torno al jerez y una cena a pie de playa, hubo una jornada completa para catar y charlar con los productores españoles y franceses que integran su cartera.
Gracias a empresas familiares y apegadas al terruño como Do Ferreiro, Emilio Rojo, Viña Meín, Cía de Vinos Telmo Rodríguez, Ostatu, Viña Sastre, Maestro Sierra, La Cigarrera, los txakolis Ameztoi y Gorrondona, o La Zorra en Sierra de Salamanca, De Maison Selections se ha ganado una sólida reputación como importadora de vinos españoles en Estados Unidos.
Su fundador, André Tamers, es un ciudadano de mundo con don de lenguas. De padre americano y madre francesa, nació en Texas y vivió su infancia en Venezuela. Sus primeros idiomas fueron el español y el francés y, de hecho, no aprendió inglés hasta los 13 años. Estudió literatura francesa en la Universidad de Florida y trabajó de camarero y comprador de vinos antes de trasladarse a Nueva York donde, en la década de los ochenta, probó sus primeros Pesquera y conoció a un jovencísimo Álvaro Palacios.
La era moderna del vino español
A principios de los noventa dio un giro a su carrera y se trasladó con su mujer a Barcelona con intención de estudiar y dedicarse a la pintura. Pero mientras trabajaba como camarero en un restaurante a los pies del Tibidabo, se topó con una botella de Remelluri que le hizo darse cuenta de que “el mundo del vino iba a cambiar totalmente en España”.
Uno de los cavas que Tamers bebía habitualmente en Barcelona era Avinyó. Lo elaboraba una bodega familiar con tradición vitícola desde el siglo XVI que no era demasiado activa comercialmente. De modo que cuando volvió a Estados Unidos y se instaló en Carolina del Norte intentó venderlo en su país. Con ayuda de Tom Byrnes, el vino se coló en la carta del Gramercy Tavern, un clásico de la restauración neoyorquina, y acabó en la lista de los 10 mejores espumosos del año de Lettie Teague, la columnista de vinos de The Wall Street Journal. El primer triunfo del Tamers importador fue con un cava que sigue formando parte de su gama y que, paradójicamente, es bastante poco conocido en España porque exporta el 70% de su producción.
Con una empresa ya en marcha, se plantó en Vinexpo en un momento en que “España aún vendía mucho vino oxidado”. Retomó el contacto con la familia Palacios y pudo vender algunos de sus riojas durante un tiempo. El Priorat estaba eclosionando con fuerza (“José Peñín había escrito que iba a ser algo increíble”, recuerda) y Tamers intentó explorar sin éxito otras regiones que aún estaban lejos de madurar como Arlanza. “El punto débil de España entonces era que los vinos se convirtieran en caricaturas de sus zonas. Había que mostrar que no todo eran olés, toros y vinos baratos”, señala.
Txakoli, Galicia, Madrid y grandes reservas
Para Tamers, el txakoli marcó un punto de inflexión importante en la imagen de la España vinícola: “Cambió la concepción del vino español gracias a su graduación baja”. El primer productor de txakoli que incorporó en su catálogo fue Ameztoi, una bodega familiar de Getaria, después de que descubriera el vino en el restaurante Ganbara de San Sebastián. Cree que han clavado el estilo de su original rosado que en la actualidad se vende por cupos.
Vinos como el txakoli que “se dejan beber” o “se beben a saco” permiten a España ofrecer no una sino muchas visiones diferentes de su potencia vinícola, en opinión del importador norteamericano. Aun hoy, Tamers se sigue sorprendiendo por el tirón de esta especialidad vasca: “Mis clientes se enfadan porque nos quedamos sin vino”.
Le preguntamos qué otras zonas o estilos tienen un futuro brillante en el mercado americano y destaca tres: “Galicia es súper interesante; también los vinos de Madrid [Gredos], que han conseguido gran exposición a través de Comando G; y aunque sea una tendencia más silenciosa, siempre hay mercado para los clásicos de Rioja; me he reunido hace poco con un restaurante súper vanguardista con una estrella Michelin que quería tener un Gran Reserva en su carta”.
Jerez: “El futuro está en volver a la viticultura”
Aunque el panorama sea menos optimista, otra de las zonas por las que tradicionalmente ha apostado De Maison Selections es Jerez. “Las ventas están estancadas”, señala Tamers, “pero hay mercado y nosotros seguimos siendo unos apasionados de este vino y continuamos vendiéndolo”. Parte del problema en su opinión es que sigue siendo “un gran desconocido” y una ausencia notable en las cartas de vinos de los restaurantes con dos y tres estrellas Michelin.
Desde su punto de vista, Jerez es una región con muchas identidades distintas más allá de los finos y de los vinos de 18% vol. Le resultan especialmente interesantes los nuevos vinos no fortificados pero marcados por el trabajo con la flor y va a incorporar un nuevo productor a su porfolio que es antes de nada agricultor. “El futuro en Jerez está en volver a la viticultura”, señala.
Su particular secreto: cree que la originalidad de aromas y sabores de los vinos naturales puede ayudar a abrir las puertas al jerez. Le parece un contexto idóneo para “un palomino de 12% vol. con notas de levaduras”. Tamers esta convencido de que “el futuro será muy interesante si se buscan vinos menos manipulados, porque en Jerez ha habido mucha manipulación”.
Diferencia y autenticidad
El microcosmos de compradores y sumilleres a los que sirve De Maison Selections está volcado en la búsqueda de pequeños productores que cultivan sus viñas de manera ecológica o muy respetuosa y cuyos vinos transmitan el máximo de autenticidad. El concepto artesano no les vale únicamente como etiqueta; debe verse en la copa. Una compradora ponía el ejemplo de que “cada vez menos gente compra albariños de seis dólares en Estados Unidos porque no son reales”. El objetivo ahora es conseguir “vinos de entrada de gama que den acceso a cosas curiosas y con carácter”.
Angélica Intriago, de Despaña Brand Foods, especializada en la importación y comercialización de productos españoles que cuenta con una tienda de vinos en Manhattan, señala que el consumidor americano está abierto a cosas muy distintas. “Queremos que quien venga a nuestra tienda sea para aprender y explorar tendencias”. En su pequeño establecimiento hay sitio para muchos de los nuevos productores españoles, para vinos naturales, naranjas o cualquier otra tendencia o botella made in Spain que crean que puede sorprender a sus clientes.
Para Tamers, “con todo lo bueno y lo malo, Estados Unidos es un país puntero y multicultural. Existe una cocina muy elaborada fruto de influencias muy distintas: Japón, China, Tailandia… hay de todo. El vino tiene que moverse con los tiempos y hoy se impone la idea de elaborar vinos que se correspondan con un origen y una agricultura que tiene en cuenta el futuro y la transmisión de una herencia vitícola. Y que además tengan acidez y frescura”.
Los fastidiosos aranceles de Trump
¿Hasta qué punto las nuevas tarifas del 25% impuestas por Trump pueden suponer un freno a la evolución de los vinos españoles del perfil que comercializa De Maison Selections en Estados Unidos?
Tamers asegura que el tema es serio y que tendrá su impacto, aunque es difícil predecir lo que va a ocurrir. La política de De Maison Selections será mantener los precios estables hasta final de año, pero se preparan para convivir con la nueva realidad a partir de 2020. Para Tamers, las nuevas tarifas atacan la tendencia de vinos de menor graduación alcohólica ya que se aplica a todos los embotellados por debajo de 14% vol y pondrá estos vinos en otra categoría de precio.
Como elementos que puedan ayudar a aliviar la situación, señala la actual posición fuerte del dólar, que muchos de los vinos llegan ya a una clientela con alto poder adquisitivo y el hecho de que muchos consumidores aún desconocen esta medida en un contexto complejo y con otras preocupaciones internas más acuciantes en el país como pueda ser el momento delicado que atraviesa la industria automovilística.
“El vino español está creciendo como categoría en Estados Unidos, tiene prestigio y aún está lejos de alcanzar su techo. Es cierto que muchos vinos juegan en el ámbito de la relación calidad-precio, pero no creo que se vaya a dejar de comprar vino español, ni de Borgoña”, señala Tamers.
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